Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Raúl en la batalla diaria

Autor:

Darian Bárcena Díaz

Con la experiencia de sus 94 años, Raúl sigue acompañándonos en cada batalla. Y digo Raúl, así, a secas, rompiendo todo protocolo, porque el líder de la Revolución Cubana, el General de Ejército, es reconocido así por el pueblo cubano, quizá como manera de sentirlo más íntimo, más familiar, más cercano.

En un permisible coqueteo informal, como también lo han hecho con Fidel, Almeida, Camilo, el Che y otros tantos combatientes, los habitantes de esta porción amantísima de tierra han encontrado en esa cercanía la manera de ratificar la pertenencia de aquellos grandes hombres al círculo más estrecho de sus afectos.

Sin duda, esa imantación de cariño ha estado condicionada por la confluencia en el combate diario contra los problemas, en la fragorosa resistencia codo a codo, en el ejemplo de una persona como Raúl, que sigue acompañándonos en cada empeño por hacerlo todo mejor.

A 94 junios de su nacimiento, aún pervive en sus pupilas el brillo del rebelde, del obstinado hijo de Ángel Castro y Lina Ruz, del novel estudiante que simbólicamente, junto a otros, enterró la Constitución de 1940, bandera cubana en mano, tras el zarpazo tiránico de Fulgencio Batista, en marzo de 1952.

El paso de los años, cuestión biológica ineludible, no ha conseguido opacar el liderazgo de este guerrero, quien alcanzó posiciones de vanguardia dentro de la dirección de la Revolución por mérito propio.

Sobre él dijo el Comandante en Jefe: «(…) Nadie sabe lo que habría podido destacarse Raúl si hubiera tenido las responsabilidades que yo he tenido. Desde el primer momento fue muy serio, muy responsable, muy consagrado, muy comprometido, muy valiente, y eso se demostró desde el ataque al Moncada, porque Raúl todavía no participa en la organización del Moncada, pero ya participa en el ataque al Moncada (…) Después se produce el triunfo de la Revolución. Se le asignan funciones importantes; a mí me parecía que tenía todas las condiciones para asumir el cargo de Ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, y así es como se le nombra para esa responsabilidad, donde ha desarrollado un trabajo extraordinario de carácter político y educativo, formador de cuadros. Creo que realmente su trabajo es excepcional. Es lo que puedo decir objetiva e imparcialmente».

Tras la enfermedad de Fidel, en julio de 2006, asumió de manera interina las funciones del Partido y el Estado, hasta que, en 2008, lo hizo de manera formal como Primer Secretario del Comité Central del Partido y presidente del país. Entonces, demostró que no solo era el responsable jefe militar, sino que poseía un don certero para la política.

Así lo evidenció su manejo del tema del restable cimiento de las relaciones entre la nación caribeña y Estados Unidos, durante el segundo mandato de la administración demócrata de Barack Obama. Pero, además, Raúl lideró la improrrogable actualización del modelo económico del socialismo con medidas audaces y necesarias.

Su permanente enseñanza ha sido que sí se puede y que la acción debe ir acompañada de la ética. Solo así logra reafirmarse un líder en el imaginario de su pueblo. Sin imitaciones ni calcos, Raúl encontró un estilo propio de dirigir, desde la exigencia combinada con el consejo. Eso le ha asegurado el prestigio del que disfruta, ganado con empeño y entrega, con devoción entre nuestra gente.

Lo confirma un conocedor profundo de su obra y acción, el fallecido historiador de La Habana, el querido Eusebio Leal: «(…) el líder de la Revolución hoy se llama Raúl Castro Ruz, no porque se le dijo ni porque se lo mandaron ni porque lo heredó, en este caso, el sentimiento de cuna de madre y padre es puramente accidental. ¡Esta condición fue de la sangre y de las ideas! y ¡Está ahí por lo que hizo, por lo que ha hecho y por lo que hará!».

Raúl sigue acompañándonos en estos 94 junios. En una relación indisoluble con su pueblo que no entiende de protocolos ni grados militares cuando se trata de él, el menor de los hijos del matrimonio Castro Ruz; persiste, con el pie en el estribo, en la batalla diaria de esta ínsula contra el acomodamiento y el dogma, para lograr la aspiración martiana de un país con todos y para el bien de todos.

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.
OSZAR »